Me gustaba la casa porque era grande, blanca y tenía escaleras. Era 1998, recuerdo estar en el balcón y ver un dinosaurio. Recuerdo los latidos de los perros de fondo, y su risa contando la historia una y otra vez: la historia del dinosaurio que era una iguana. Este es sólo uno de los muchos recuerdos que me gusta repasar para habitar una vez un momento con ella.
La casa era de mi tía Elsa, una mujer de carácter, de esas que son tan fuertes que pueden ser amorosas y dulces. Ella era mi tía favorita desde pequeña, ya que ella tenía perros, amaba los animales y hacer arte. Nos entendíamos en eso de vivir con la sensibilidad a flor de piel y en sentir indignación por las injusticias. Mi mamá me dice que ella tenía miedo de morir, creo que todos tenemos miedo de morir. Yo pensaba que ella iba a estar bien, o me negaba a aceptar que iba a morir.
No recuerdo la última vez que la vi. La diagnosticaron con cáncer de seno para eso del 2013 y siempre que hablamos de eso veía el miedo en sus ojos. Yo buscaba palabras que le dieran confianza y pero no las tenía, yo también tenía miedo. El cáncer es una enfermedad impredecible y toda la experiencia, tanto para la persona enferma como para la familia, es atravesada por incertidumbre.
Decidí entrar en este tema porque llegó el Octubre Rosa. Según la Organización Mundial de la Salud el objetivo de este mes es sensibilizar. “El Mes de Sensibilización sobre el Cáncer de Mama, que se celebra en todo el mundo cada mes de octubre, contribuye a aumentar la atención y el apoyo prestados a la sensibilización, la detección precoz, el tratamiento y los cuidados paliativos.”
Este mes se ha convertido una gran oportunidad de marketing para los productos femeninos. Que no lo han desaprovechado, y han producido campañas con slogans como los siguientes:
· Octubro Rosa: Aún te queda mucho por vivir.
· Cuidate.
· Tocate para que no te toque.
Mi tía murió en Septiembre del año pasado y no me atreví a escribir nada del Octubre Rosa el año pasado, pero me incomodaba. No puedo quitarme de la cabeza mi mamá diciendo que mi tía tenía miedo de morir y el “aún te queda mucho por vivir”. Yo estoy segura que ella sabía que le quedaba mucho por vivir: tenía un nieto recién nacido, un perro viejo, dos hijas, un hijo, hermanos, mi mamá, sus pájaros, las plantas, etc.
Las personas que hicieron estas campañas no conocen la realidad del cáncer en Colombia. Un país con un sistema de salud ineficientes, feminización de la pobreza y una división de las tareas domesticas casi nula.
De acuerdo con los objetivos del Octubre Rosa, me alcanzó a imaginar que las campañas que están circulando buscan trabajar en la detección precoz de la enfermedad. Si este es el objetivo no se puede dejar toda la responsabilidad en las mujeres, como lo hacen este tipo de campañas poco empáticas y mal pensadas. Para aumentar la detección temprana del cáncer de seno, se deben trabajar los problemas estructurales.
Primero, mejorar el acceso a servicios efectivos de salud. Esto significa tener servicios eficientes, confiables, gratuitos (preferiblemente) y que sean cerca a los puntos de vivienda o trabajo de las mujeres. La detección temprana muchas veces es evitada por las barreras que los sistemas de salud le ponen a las mujeres. Una mujer con un servicio de salud de EPS puede tardar hasta tres meses en recibir una cita para una mamografia. Sin contar que debe ir al médico en repetidas ocasiones, lo que significa una inversión de tiempo, dinero de transporte y permisos en el trabajo.
Segundo, se deben trabajar los problemas culturales. Pensar en políticas que incentiven el tiempo de cuidado de la mujer para sí misma. Las mujeres cuidan de todos los miembros de la familia, muchas trabajan, y casi ninguna tiene tiempo de andar tocandose, ni muchos menos de ir varias veces al médico para que le autoricen un examen.
Por lo tanto, estas campañas deberían ir dirigidas a los y las ejecutivos de las empresas prestadoras de servicios de salud, quienes deben sensibilizarse con la enfermedad, con las personas con miedo y la detección precoz. Necesitamos que entiendan la importancia de facilitar el acceso a los servicios de salud a todas las mujeres. No podemos seguir escogiendo que vidas importan.
Además, necesitamos sensibilizarnos sobre la división de las tareas de cuidado. Las mujeres no pueden seguir llevando solas la carga de educación, limpieza, cuidar de los enfermos, niños, de comprar las cosas de la casa y del trabajo. Si los hombres no se hacen responsables de algunas de las tareas del hogar, no se va a conseguir que las mujeres tengan acceso a servicios de salud. No hay quien pueda hacer todo y tener tiempo de ir al médico.
La sensibilización de estas campañas no debería ser para las mujeres. Debería ser para su red de apoyo, su familia, sus empleadores, su sistema de salud. La sensibilización debería ser para las personas de este país que aceptamos la privatización del sistema de salud, la subvaloración de los profesionales de salud y que naturalizamos el hecho que la salud de calidad es un privilegio de clase. La salud es un derecho, no un servicio.
Otro problema de las campañas es la premisa de si te tocas (asumo que hablan autoexamen o la mamografía) no te vas a morir o no te va a tocar el cáncer. Esta idea refuerza uno de los principales mal entendidos alrededor de la mamografía. Son varias las mujeres que después de ser diagnósticas con cáncer se sienten engañadas porque ellas se hacían el examen todos los años. Y su experiencia se convierte en la razón para que otras mujeres no se hagan el examen anualmente.
Estas campañas están siendo irresponsables con el mensaje que trasmiten. Estos exámenes sólo buscan una detección temprana de la enfermedad aumentando las posibilidades de éxito del tratamiento. No son preventivos. Es decir, si te haces el examen puede que sí te toque el cáncer, sólo que quizás estés a tiempo de un tratamiento y logres salvar tu vida. Mi tía se hacía el examen todos los años.
Honestamente todo el marketing en este mes me incomoda. No sólo por las campañas, también por la apropiación de la causa por parte de todas las marcas, principalmente de productos femeninos (Digo principalmente porque ya vi una caja de KFC rosada). Esto banaliza una enfermedad que acaba con la vida de miles de mujeres al año y deja otras millones más mutiladas. El cáncer no es un producto de consumo.
Siento que como consumidores debemos exigir que las marcas que utilizan banderas sociales un aporte de valor a las causas. Sea dinero para investigación, trabajo en política pública, apoyo a mujeres en vulnerabilidad económica , lo que sea. No podemos seguir consumiendo oportunismo.
Nunca hablé con mi tía del Octubre Rosa. Nuestras conversaciones eran ligeras, pero no leves, porque las dos sabíamos que el cáncer estaba ahí. La última vez que hablamos le conté de un dálmata que estaba al frente mío. Le encantó que en mi oficina dejaran entrar perros. Atesoro esta conversación no sólo por ser la última vez que hablamos antes de ella entrar a la clínica, sino porque nos conectamos en las cosas que las dos amábamos.
Me hubiera encantado felicitarla por toda su valentía y decirle que nada fue su culpa. Ella se hizo todos los exámenes, luchó contra el sistema de salud más de lo que debería ser necesario y creyó todo lo que fue posible. El cáncer de seno no es solo sobre tocarse y hacerse una mamografía cada año. Estas campañas de sensibilización mal hechas responsabilizan a las mujeres por su enfermedad. El cáncer de seno es sobre desigualdades en el sistema de salud, fallas en la comunicación, miedo, muerte e incertidumbre. Y sí, también es sobre esperanza y vida.
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